El profesor de español ha notado que Eloísa, una estudiante cincuentona, salerosa y parlanchina, ha terminado la actividad antes que las compañeras y mira distraídamente el techo y a través del cristal de la puerta buscando no sé qué. El profesor sabe que la mujer es una profesora de inglés de la provincia filipina, pero no recuerda de cuál.
-Eloísa -la mujer pone toda su atención siempre que el profe le dirige la palabra- ¿de dónde eres?
-De Mindanao.
-Sí, pero Mindanao es muy grande. ¿De dónde concretamente?
-De una ciudad pequeña, llamada X.
-¿Y qué tal es la ciudad?
-Me gusta. La vida es tranquila. No hay estrés ni contaminación como en Manila.
-¿Es una ciudad segura? ¿La puede visitar un extranjero?
-Creo que sí, pero no hay nada interesante.
Al profesor le gusta imaginarse cómo sería la vida allí, así que comienza el interrogatorio.
-¿No hay muchos coches?
-Algunas personas ricas tienen, pero la gente normal se mueve en triciclo. Es más barato.
(Al profesor se le viene en mente Tuguegarao, donde hay quince mil triciclos en una ciudad de noventa mil habitantes, una orquesta infernal de tubos de escape).
-¿Hay aceras o parques?
-Aceras no. Tenemos la plaza del ayuntamiento. Hay flores. Creo que la construyeron los americanos, no estoy segura.
-¿Entonces no se puede pasear?
-Se puede. Por la carretera, pero con mucho cuidado.
El profesor escucha alguna sonrisa traviesa proveniente de sus compañeras.
-¿Hay escuelas?
-Sí, en la que trabajo yo.
-¿Cuántos alumnos tenéis por clase?
-Cincuenta. A veces, sesenta.
-¡U ochenta! - grita de repente una compañera de Bicol. El resto de la clase estalla en carcajadas. El profesor esboza una sonrisa cómplice.
-Bueno, ¿y hay alguna universidad?
-No, pero hay un college a cincuenta kilómetros, donde está la capital de la provincia.
-¿Y hospitales?
-No. Hay algo para emergencias. Está preparado para cuando las mujeres tienen que... -Y hace un gesto bastante descriptivo con la mano que provoca un segundo estallido de risa.
-... parir. Quieres decir 'parir'.
-¿Parir? ¿Tener niños? Sí, parir, eso es.
-¿Tenéis alcalde?
-¡Claro! -Eloísa contesta con un punto de soberbia, como diciendo, "que no vivo en un pueblucho, ¿eh?"
-¿Y qué hace el alcalde?
-¡Se está construyendo una casa grandísima!
La clase entera estalla en carcajadas. A muchas se le saltan las lágrimas. El profesor también se ríe a gusto, pero cuando recobra el aliento, le pregunta muy seriamente:
-Vale, entonces, Eloísa, si tuvieras que pedir algo para tu pequeña ciudad, algo que de verdad hiciera que la gente fuera feliz y viera que tienen calidad de vida, ¿qué pedirías? ¿Qué necesita tu ciudad con urgencia? ¿Qué le pedirías al alcalde?
Y entonces a Eloísa le empiezan a brillar los ojos, noto que toma aire, dibuja una sonrisa de oreja a oreja y exclama con convicción:
-¡UN GRAN CENTRO COMERCIAL!
-Eloísa -la mujer pone toda su atención siempre que el profe le dirige la palabra- ¿de dónde eres?
-De Mindanao.
-Sí, pero Mindanao es muy grande. ¿De dónde concretamente?
-De una ciudad pequeña, llamada X.
-¿Y qué tal es la ciudad?
-Me gusta. La vida es tranquila. No hay estrés ni contaminación como en Manila.
-¿Es una ciudad segura? ¿La puede visitar un extranjero?
-Creo que sí, pero no hay nada interesante.
Al profesor le gusta imaginarse cómo sería la vida allí, así que comienza el interrogatorio.
-¿No hay muchos coches?
-Algunas personas ricas tienen, pero la gente normal se mueve en triciclo. Es más barato.
(Al profesor se le viene en mente Tuguegarao, donde hay quince mil triciclos en una ciudad de noventa mil habitantes, una orquesta infernal de tubos de escape).
-¿Hay aceras o parques?
-Aceras no. Tenemos la plaza del ayuntamiento. Hay flores. Creo que la construyeron los americanos, no estoy segura.
-¿Entonces no se puede pasear?
-Se puede. Por la carretera, pero con mucho cuidado.
El profesor escucha alguna sonrisa traviesa proveniente de sus compañeras.
-¿Hay escuelas?
-Sí, en la que trabajo yo.
-¿Cuántos alumnos tenéis por clase?
-Cincuenta. A veces, sesenta.
-¡U ochenta! - grita de repente una compañera de Bicol. El resto de la clase estalla en carcajadas. El profesor esboza una sonrisa cómplice.
-Bueno, ¿y hay alguna universidad?
-No, pero hay un college a cincuenta kilómetros, donde está la capital de la provincia.
-¿Y hospitales?
-No. Hay algo para emergencias. Está preparado para cuando las mujeres tienen que... -Y hace un gesto bastante descriptivo con la mano que provoca un segundo estallido de risa.
-... parir. Quieres decir 'parir'.
-¿Parir? ¿Tener niños? Sí, parir, eso es.
-¿Tenéis alcalde?
-¡Claro! -Eloísa contesta con un punto de soberbia, como diciendo, "que no vivo en un pueblucho, ¿eh?"
-¿Y qué hace el alcalde?
-¡Se está construyendo una casa grandísima!
La clase entera estalla en carcajadas. A muchas se le saltan las lágrimas. El profesor también se ríe a gusto, pero cuando recobra el aliento, le pregunta muy seriamente:
-Vale, entonces, Eloísa, si tuvieras que pedir algo para tu pequeña ciudad, algo que de verdad hiciera que la gente fuera feliz y viera que tienen calidad de vida, ¿qué pedirías? ¿Qué necesita tu ciudad con urgencia? ¿Qué le pedirías al alcalde?
Y entonces a Eloísa le empiezan a brillar los ojos, noto que toma aire, dibuja una sonrisa de oreja a oreja y exclama con convicción:
-¡UN GRAN CENTRO COMERCIAL!